In her letter to Auguste Edouart, author Lydia Maria Child (1802–80) provides a rare glimpse into how people perceived Edouart’s portraits in the mid- nineteenth century, before popular photography. She thanks him for his “beautiful shadow of a magnificent subject,” and although we do not know whose portrait Edouart sent her, it was probably similar to his silhouettes in this exhibition. Child’s other comments make it clear that Edouart provided her with a highly refined portrait. She notes that the portrait arrived framed and “finished with such elaborate care and tastefulness,” and closes by saying, “Really your shadows are almost alive and breathing.” Child’s comments demonstrate why Edouart was such a successful portraitist. She implies that he conveyed his sitter’s likeness through his ability to capture an individual’s bearing and proportions. Sitters’ gestures, as well as the props they frequently carry, give yet more precision to each of Edouart’s portraits, and chalk highlights often embellish their clothing and props in a nod to black-and-white photography.
En su carta a Auguste Edouart, la autora Lydia Maria Child (1802–80) ofrece un raro asomo a la percepción de los retratos de Edouart a mediados del siglo XIX, antes de popularizarse la fotografía. Le agradece su “hermosa sombra de un espléndido modelo”, y aunque no sabemos de quién era el retrato que le envió Edouart, seguramente era una silueta similar a las que se exponen aquí. Los demás comentarios de Child no dejan duda de que Edouart le remitió un retrato de gran refinamiento. Dice que llegó enmarcado y “terminado con exquisito cuidado y gusto”, y concluye que: “Verdaderamente, sus sombras casi viven y respiran”. Las palabras de Child explican por qué Edouart tuvo tanto éxito como retratista. La escritora implica que éste logró plasmar el parecido de su modelo gracias a su talento para captar el porte y las propor- ciones de cada persona. Los gestos de sus sujetos, así como los accesorios que suelen llevar, infunden mayor precisión a cada retrato, y a menudo embe- llece sus ropas y adornos con claridades a tiza, un gesto de alusión a la fotografía en blanco y negro.
